viernes, 19 de junio de 2015

Cuando el tecolote canta, los caciques mueren

 Ya se auguraba en nuestras columnas políticas semanales que peligraba el “dinosaurio” de Huetamo, y algunos jóvenes y niños nos interrogaban sobre qué significaba eso, algún juguete de algún animal prehistórico o una nueva serie de televisión pero no, se vaticinaba que después de permanecer por cerca de 80 años el Partido Revolucionario Institucional PRI en el poder municipal de Huetamo, en 2005 ya había recibido un rasguño al perder por primera vez en la historia una Presidencia Municipal, y que había sido El Tigre Toño
es decir, el paisano legislador de poca ropa, don Antonio García Conejo, quien lograra esa insospechada hazaña, pero que sin embargo, los tricolores habían logrado recuperarse después y colocar en la silla presidencial a Roberto García Sierra, y éste tendría aún arrestos para que llegara al poder la alcaldesa Dalia Santana Pineda, quien ya no pudo sacar adelante su compromiso y sería el Congreso del Estado quien decidiría el nombre del último alcalde priista de la historia moderna, y tan pesada carga recaería en los hombros del síndico Juan Carlos Mederos Sánchez.
Llegado el tiempo de votar del pasado 7 de junio, ya no tuvo suficiente oxigeno el PRI para ganar la Presidencia, y enfrente estaba el perredista Elías Ibarra Torres, quien en una segunda intentona lograría el final objetivo de gobernar al pueblo de Huetamo, y por tal razón surgieron diversas opiniones de críticos y analistas, entre ellos el huetamense radicado en Morelia, Leonel Santibáñez Torres, quien escribió su particular punto de vista al que por su trascendencia política quisimos brindarle un espacio en esta columna y dice así: “En 1975 se terminó un cacicazgo en Huetamo, pero lamentablemente surgió otro que el pasado 7 de junio se extinguió gracias al triunfo electoral de dos jóvenes al gobierno del estado de Michoacán, el ingeniero Silvano Aureoles Conejo y al gobierno municipal el doctor Elías Ibarra Torres.
 Felicidades a ambos, se sacaron la rifa del tigre y hoy, a nadar contra la corriente, y vaya que analizando al ingeniero Juan José Huerta, es un joven ejemplar, honesto, sin compromisos con los grupos políticos antagónicos, pero debe reconocer que le faltó oficio, formación política y carácter. 
No es aceptable hacer a un lado a un hombre íntegro como el doctor Arturo Sánchez Solorio. Pero aún, habiendo contado con todo lo positivo, ni el más grande de los prospectos habría podido ganar ante el presidente municipal electo y todo surge con lógica, la estructura territorial del PRI ha estado abandonada por muchos años y la clase política actual en el Revolucionario Institucional es añeja, sin iniciativa y sin respeto a los procesos democráticos internos, actuando como hace 40 años, imponiendo.
 En el caso del candidato del PRI, él mismo cavó su tumba con la presencia de Alfredo Castillo en Michoacán y con la designación de un intelectual pero ignorante en las causas políticas y administrativas como gobernador sustituto. 
El pueblo, los michoacanos, no votaron por él. El PRI en Michoacán va en picada y caída libre, lo mejor que le pasó al doctor Sánchez Solorio es no haber participado, pero ninguna contienda política debe dejar odios, pleitos ni rencillas; por eso Chon debe aceptar su derrota. Ni Jaime David González, quien había quemado su credencial del PRI y navegó por todos los partidos políticos habidos y por haber, ni Xóchitl Ruiz en la CNOP, le funcionaron, ni Roberto Carlos en la CNC, ni Agustín Trujillo en el CDE del PRI, pero ellos no tienen la culpa, la tiene Chon. Aunque debemos reconocer lo que afirma el ingeniero Silvano Aureoles Conejo. Ni los triunfos ni las derrotas son para siempre. 
Quien se pelea con la prensa está cometiendo un pecado mortal, en la política se privilegia el diálogo, se debe tratar con diplomacia y respetar la decisión del electorado que es el pueblo. Hasta aquí la opinión de nuestro paisano Santibáñez Torres.
Ángel Ramírez Ortuño

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