Lejos, muy lejos quedó el brillo,
la efectividad y orgullo de la “joya de la corona”, esa sobada frase
politiquera con la que cargó Huetamo por largo tiempo, desde que se encumbrara en
el poder tricolor michoacano el paisano Jesús Reyna García, el mismo a quien se
le bautizara por el ingenio de dos comunicadoras locales con el sobrenombre de La Orquídea, ya que, según ellas, desde
sus tiempos de inicio político con los hermanos Chávez Hernández, allá en San
Lucas, era tan fina y delicada su característica de enfocar la política, que
ese fue el mejor mote que se le adjudicara, y vaya que crecieron su nombre y su
fama, al grado de que se convirtió para el PRI en sinónimo de poder,
tras
lograr una apretadísima diputación federal que sólo el Sala Regional, allá en
Toluca, pudo resolver, y desde entonces, la figura rechoncha y alegre de Chuche Reyna, como lo conocemos sus amigos,
fue la gran figura indiscutible del Revolucionario Institucional, hasta su
debacle en la administración de Fausto Vallejo Figueroa, con quien compartió el
poder, y al final también las desgracias, dado que al hombre de Huetamo, según
parece ser, le asestó el poder federal tal purga que hasta la fecha sigue en
espera de justicia allá, en El Altiplano, hasta donde hacemos llegar nuestros
respetuosos saludos de solidaridad huetameña.
La historia política del tricolor de Huetamo es por demás
interesante y atractiva para los estudiosos y analistas, además de los
comunicadores y expertos en la materia, dado que ese partido ha logrado
mantener una hegemonía casi absoluta en Huetamo, surgida desde los años 20 por
un poderoso cacicazgo de personajes locales como el general José Rentería Luviano,
gobernador de Michoacán en 1917, después los Sánchez Pineda, con Sidronio
Sánchez en la gubernatura en 1924, y desde entonces y hasta la fecha todo ha sido
un quita y pone de los herederos del poder de los años 30, sobre la sangre derramada
del mártir agrarista José David Tellitud y una larga lista que continúa hasta
los 50, tiempo en que por acá se aparece Carlos Hank González y pone nuevos
parámetros sobre el mismo cacicazgo, pero con un guía geopolítico tipo don
Fidel Velázquez, el siempre recordado señor don Alejandro Jaimes, quien soportó
el bastón de mando hasta finales del siglo 20.
De esos 80 años de supremacía en
el poder del priismo en Huetamo sólo pudo hacer un agujero en 2005 el candidato
perredista Antonio García Conejo, pero sólo por un triste y raquítico periodo,
lo que le permitió al famoso Tigre Toño
ganar enseguida una diputación local, luego una federal y escalar de esa forma
impensados puestos en el futuro cercano de la mano de su hermano Silvano
Aureoles Conejo; sin embargo, de nueva cuenta regresó el poder al anquilosado
PRI, el que, por ejemplo, no ha podido en 80 años adquirir una casa propia para
su partido.
En la actualidad todo parece
indicar que regresará al poder el PRD y de ello se aprovecharía el sol azteca para capitalizar la debacle del
tricolor de Huetamo en 2014, al
momento en que cayó la sólida figura de la alcaldesa Dalia Santana Pineda, y
por eso, con la mesa puesta, sólo quedaba ponerse de acuerdo con la actual
cabeza ibarrista, pero resulta que gente como Granados se marchó a Morena,
Coronado se alió con Movimiento Ciudadano y no se advierte cual será el rumbo
del aglomerado silvanista y toñista, de tal forma que la sangría de votos
perredistas en Huetamo está en chino, mientras que para no quedarse atrás,
también surge en el PRI una zancadilla, la que da Emigdio Espinoza a Juan José Huerta
Romero, abanderado tricolor, quien anunció sumarse a las filas de Nueva
Alianza.
Ángel Ramírez Ortuño
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