José Luis Ceja
Guerra
Pese a que será de
manera oficial hasta el próximo miércoles cuando se dé a conocer el resultado
de la elección interna del PRD, desde ahora podemos adelantar los nombres de quién
gana y quién pierde.
Gana Cuauhtémoc
Cárdenas, porque todas, todas las corrientes ideológicas del PRD que entraron
en pugna el domingo 7 de septiembre anunciaron que Cárdenas Solórzano era su
referente político nacional, esto es, sin importar cuántos asientos logre cada
una de las corrientes en los consejos nacional o estatal, de acuerdo a su
publicidad de proselitismo, todas responderán a los intereses de Cuauhtémoc
Cárdenas, por lo tanto la lógica indica que será el Consejo Nacional del PRD
quien designe las candidaturas en los próximos procesos electorales, entonces a
quien habrán de buscar los aspirantes a un puesto de elección popular en su
propósito de conseguir la bendición, será a Cuauhtémoc Cárdenas, y a nadie más.
Pierde, pierden en
esta elección, el mismo PRD, la ciudadanía, la democracia y hasta el Instituto
Nacional Electoral recibe una abolladura en su nueva acta de nacimiento, y es
que el mal que padece el PRD es a todas luces incurable.
A los perredistas,
al menos en la Ciénega, les fascina el juego sucio, el volante, el panfleto, la
denostación y el escarnio del contrincante; con los epítetos lanzados, de un
lado y otro, bien podría hacerse una nueva edición corregida y ampliada de la
picardía mexicana.
Son maestros los
perredistas en las elecciones internas, del espionaje, el engaño, la trampa y
las celadas, capaces de dictar cátedra en aquellas prácticas políticas que
tanto criticaban al partido en el poder cuando nacía el PRD como una opción
creíble; hoy, el partido se regodea en sus miasmas en una aberrante exhibición
de coprofagia y canibalismo.
Los ataques en lo
oscurito y a plena luz del día, la complicidad presunta de funcionarios
municipales de Jiquilpan en los ataques que, aunque anónimos, denotaban la
ortografía del ideólogo de estos.
El PRD acusa al PRD
de juego sucio y lo más irónico es que una vez que esta aberrante danza
concluya, el grupo ganador levantará la mano y demandará unidad en torno suyo
como diciendo: “Sí, te hice trampa, te ataqué, te denosté, te agredí pero ya
gané y vamos a sumarnos”, así de grande es el conflicto moral que vive el PRD.
Este que al amparo del nombre de Cuauhtémoc Cárdenas legitimiza la guerra sucia como un mecanismo de
competencia socialmente aceptable.
No es un asunto
contra el PRD o la izquierda, es un asunto contra la doble moral que tienen
entre ellos mismos, no conozco en el panorama político nacional un partido que
institucionalice las corrientes de opinión y que a final de cuentas sean estas
corrientes las que definan el rumbo del partido político.
¿Manos limpias?
Pero, mal de
muchos, dirían los perredistas de Jiquilpan, en el PAN también se cuecen habas
y es que en fechas recientes, entre otros tantos, se dieron a conocer pagarés
firmados por el presidente del Comité Municipal de Acción Nacional de Jiquilpan,
Germán Naranjo.
Dichos pagarés, de
acuerdo a quien los presentó, son prueba de una deuda absorbida por el
funcionario partidista por el presunto desarrollo de un programa de vivienda
que nunca se concretó.
No es nada nuevo
que Acción Nacional de Jiquilpan se vea envuelto en este tipo de asuntos; ya a
través de este medio habíamos dado cuenta de otro asunto similar, pero en el
que el protagonista fue el tesorero de Acción Nacional, Javier Camacho, célebre
expropiador, repartidor y vendedor de terrenos irregulares en la Ciénega.
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