La frase de entrada de los comerciantes de Jiquilpan durante la reunión sostenida con el edil Francisco Álvarez en el sentido de que “no es cuestión política”, es más una explicación no pedida que una postura.
Aunque el mismo presidente
municipal desestimó que la inconformidad de los comerciantes y líderes de
opinión tuviera que ver con cuestiones políticas, la conseja popular dice que “donde
hay cura, hay misa”, y la verdad, la presencia de gente como el ex edil Luis
Felipe Herrera, el ex presidente municipal interino Álvaro García y el dos
veces ex alcalde Francisco Mora, todos emanados de las filas del PRD, deja
serias dudas sobre si aquello se trató de un asunto social o un vulgar asunto
pre electorero.
De entrada, ni Álvaro García ni
Luis Felipe Herrera son conocidos por abanderar las causas de la ciudadanía, sino
más bien como paladines de causas sectoriales; entonces todo hace suponer que
esta alianza de facto con Francisco Mora obedece más al próximo proceso
electoral que a una genuina preocupación por el tema de la seguridad pública. El
famoso fuego amigo al que hiciera referencia el alcalde queda patente en esta
reunión en la que, por cierto, quedó claro que la congruencia no es lo de los
comerciantes, pues mientras pedían la estricta aplicación de la ley sin
excepciones, pedían también absurdos como que los vendedores de otros
municipios entraran en un marco de excepción en cuanto a las sanciones
aplicables, y más aún cuando uno de los principales reclamos era que se diera a
conocer el tabulador de multas vigentes, demandaban la creación de una tarifa
de multa única por un periodo de tiempo.
Tal parece que la planeación no
es lo de este grupo, donde regularmente siempre son los mismos, además de que
todos hablaban, pero a fin de cuentas ninguno asumió el compromiso de ser la
voz y el rostro público de este grupo de comerciantes, que además alegaron
estar ahí en representación de la ciudadanía, argumento carente de veracidad y,
por cierto, bastante desgastado.
Algo quedó claro: los
comerciantes estaban en esa reunión velando por sus propios intereses, acción
válida; lo que no se vale es que con el afán de proteger el rédito de sus
negocios, se ostenten como representantes de una ciudadanía que ya en las urnas
le ha volteado la espalda. ¿Por qué entonces ahora les brindaría su confianza?
Sí es un tema político el de la
seguridad pública, sí llevó esta reunión tintes electoreros y sí, sí había
ánimos de revancha por un lado y de intentos de coqueteo político por otro
pero, como todo aquello que es inmoral o ilícito, las partes en cuestión habrán
de negarlo.
¿Cuál es entonces la intención de
este recién cobrado protagonismo de Luis Felipe Herrera y Álvaro García?, ¿demostrar
que están vigentes en un partido que a fuerza de cerrar su cúpula se ha vuelto
viejo, al grado de que para crecer, los militantes de la mediana edad han
tenido que brincar a Morena?
¿Cuál es la secreta intención de
Francisco Mora de armar este jaleo y después dar el paso al costado cuando el
asunto se mediatiza? Solamente ellos conocen sus intenciones y los caminos para
lograrlo, pero desde fuera el asunto es más claro que el agua: es un asunto
político, electorero y de intereses de los comerciantes.
José Luis Ceja Guerra
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