En el marco de
las conmemoraciones de esto que es el oficio de informar, hay quienes anteponen
el estómago a la razón, lo que en ocasiones convierte a estos “líderes de
opinión” en verdaderos consejos de la Santa Inquisición, en los que se
anatemiza a quienes no se suman a los ataques o defensas de causas personales.
El tema de la
semana fue el de los límites municipales entre Jiquilpan y Sahuayo, y es que
desde hace meses que el diputado local por el Distrito de Jiquilpan, José
Eduardo Anaya Gómez, en su calidad de presidente de la Comisión de Fortalecimiento
Municipal y Límites Territoriales, convocó a la integración de mesas de trabajo
para definir o revivir este asunto.
El problema
fue que, fiel a su costumbre, Anaya Gómez convocó de manera selectiva a los
integrantes de estas mesas de análisis, ya que quienes fueron convocados,
funcionarios de ambos municipios, si bien llevaban la representación municipal,
carecían de los elementos de información necesarios para poder encontrar, a
través de las tres vertientes establecidas, una solución a este tema.
El pasado 18
de enero, en entrevista para www.stereopueblo.com (http://www.youtube.com/watch?v=muHPQDl2X-k&feature=youtube),
José Eduardo Anaya señaló que para definir el asunto de los límites, los
trabajos se centrarían en tres vertientes fundamentales: los elementos
técnicos, históricos y geográficos; la parte de identidad: “de dónde se siente
el vecino que es, si de Jiquilpan o Sahuayo”, que esto es muy importante; y la
parte económica, ya que por no dar una solución a este tema, tanto Jiquilpan
como Sahuayo han dejado de percibir recursos.
Es quizá la
secrecía con la que se pretendió manejar este asunto lo que provocó que en
fechas recientes, a través de las redes sociales se señalara que el diputado
local, por cierto ex edil de Sahuayo, pretendía adjudicar a este municipio los
centros urbanos de Colinas del Paraíso, Colonia Cuauhtémoc y Francisco Sarabia,
lo que motivó que líderes de opinión salieran en férrea defensa del legislador
sahuayense (municipio que, por cierto, está sujeto al Distrito de Jiquilpan) y
crucificaran a aquellos que cuestionaron, no la intención, sino la forma en que
se trabajaron las vertientes que había señalado el diputado.
Al margen de
si hay dolo o no, a final de cuentas eso resulta ya irrelevante. Lo que se le
ha cuestionado a José Eduardo Anaya es la falta de cumplimiento de un proceso
que él mismo estableció para dar solución a este tema.
De inicio, en
el tema de los elementos históricos y geográficos, José Eduardo Anaya designó a
Gabriel Montes como el responsable de realizar el análisis de los límites
históricos, cuando lo ideal hubiera sido que cada municipio hubiera presentado
un especialista en el tema, ya que en el ámbito regional hay historiadores con
mayores credenciales en el asunto de hacer historia.
En lo que respecta
a la parte de la identidad, referida líneas arriba, jamás se consultó a los
habitantes de las comunidades referidas: “De dónde se siente el vecino que es,
si de Jiquilpan o Sahuayo”.
En lo tocante a
la cuestión económica, sería interesante establecer si verdaderamente la
definición de los límites significará mayores ingresos a las arcas de cada
municipio.
La cuestión es
que si de definir los límites se trata, en estas mesas técnicas debieron estar
incluidos, al menos por la parte de Jiquilpan, el ex alcalde Jorge Romero,
quien inició el decreto de expropiación de la colonia Cuauhtémoc, Juan Manuel
Figueroa, en cuya administración se gestó el asentamiento humano de Colinas del
Paraíso y docenas de personas que podrían haber aportado datos sustanciales en
el tema del análisis histórico.
De igual
manera se debió convocar a líderes de estos asentamientos humanos para
establecer el sentido de pertenencia.
Lo que se
critica no es el fondo de este tema, es la forma, una forma que al margen de la
intención, deja un asomo de dolo y mezquindad.
Pero en fin,
seguro estoy que en respuesta a la presente, los agradecidos lisonjeros
iniciarán un proceso inquisitorial contra quienes, en lo público y lo privado,
hemos externado críticas a este proceso.
-José Luis Ceja Guerra-
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