lunes, 13 de mayo de 2013

El mal del tabique…


En el entendido de que posiblemente esta administración sea la última oportunidad de ser alguien en su terruño, algunos funcionarios municipales de primer nivel en Jiquilpan han pretendido morder más de lo que pueden tragar, y han comprado pleitos que ni en sueños podrán ganar, además de poner en tela de juicio la autoridad del Ejecutivo local.

Es sabida la molestia de algunos funcionarios del municipio de Jiquilpan por las actitudes asumidas por quien, al menos en teoría, es el encargado de velar por los recursos locales, pero es entendible, si se toma en cuenta que por primera vez en su vida, este funcionario ocupa un cargo de relevancia en este municipio, esto pese a que desde hace más de una década que brega por intentar convencer a los políticos y la clase dominante en esta ciudad, de que su capacidad le permite ser algo más que un simple mensajero de un grupo con ínfulas de poderío político y social.
Ya hemos señalado que las asociaciones civiles, frentes cívicos y demás cofradías de este temple no son sino los brazos no oficiales de los partidos políticos. A través de estos gremios se hacen amarres, componendas y maridajes aberrantes entre los grupos políticos; a veces estos acuerdos no van más allá de puestos en la administración y pequeñas transas, como las de permitir que el funcionario contrate a su propio hermano o tenga a su disposición una minisecretaría de gobierno para espiar los movimientos de cada una de las dependencias.
Sin embargo, en ocasiones, la ambición, la soberbia o simplemente el afán por legitimar un apellido ligado a borracheras, visitas en barandilla y pleitos de cantina, obligan a este tipo de funcionarios a emprender acciones rimbombantes para demostrar a su “patrón” que puede responder fielmente al silbido emitido.
Estas acciones no sólo le malquistan con quienes, en teoría, son parte de su equipo, sino con la sociedad en general. En su soberbia, producto de su mal ocultada ignorancia, ha pretendido establecer una “presidencia alterna”, desde la que se toman decisiones que en muchas ocasiones contravienen a las que, de manera oficial, ha tomado la alcaldía.
Pero en fin, y en el entendido de que éste es un tema político, será el partido gobernante el que tendrá que pagar la factura política durante el próximo proceso electoral local, toda vez que si bien los amarres con asociaciones civiles con corte netamente partidista permitieron el acceso al poder del PRD en Jiquilpan, será justamente eso lo que ocasione el declive del sol azteca. En suma, el PRD de Jiquilpan ha consentido pacientemente la invasión priista hasta el círculo central en la toma de decisiones y esto lo afectará.
Una cosa es innegable: al PRI de Jiquilpan no le hace falta la asociación civil que, en términos francos, “se negoció” con el PRD, y tarde o temprano para el PRD, desde la estructura del partido y hasta la administración municipal, será difícil seguir cumpliendo los caprichos de esta meretriz disfrazada de AC.
Fácil hubiera sido para este funcionario mantener un bajo perfil, hacer su chamba y cobrar su sueldo y sobre todo, mantenerse en el justo lugar en que su condición social y humana le permite y no aspirar a más, porque su capacidad no da para más; ha demostrado que trepado en un tabique se ha mareado.

Cuenta la leyenda…
Que previo al arranque del proceso de escrituración de Colinas del Paraíso en Jiquilpan, un notario público, famoso por ser el poder tras la silla de una de estas asociaciones civiles, intentó convencer a los colonos de que le encargasen la escrituración de sus propiedades a razón de tres mil 500 pesos por casa, sin embargo, un irredento e irrespetuoso colono le tumbó a este fedatario un negocio de casi un millón de pesos…, ¿era parte de los acuerdos?
-José Luis Ceja Guerra-

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