En
el entendido de que posiblemente esta administración sea la última oportunidad
de ser alguien en su terruño, algunos funcionarios municipales de primer nivel
en Jiquilpan han pretendido morder más de lo que pueden tragar, y han comprado
pleitos que ni en sueños podrán ganar, además de poner en tela de juicio la
autoridad del Ejecutivo local.
Es
sabida la molestia de algunos funcionarios del municipio de Jiquilpan por las
actitudes asumidas por quien, al menos en teoría, es el encargado de velar por
los recursos locales, pero es entendible, si se toma en cuenta que por primera
vez en su vida, este funcionario ocupa un cargo de relevancia en este
municipio, esto pese a que desde hace más de una década que brega por intentar
convencer a los políticos y la clase dominante en esta ciudad, de que su
capacidad le permite ser algo más que un simple mensajero de un grupo con
ínfulas de poderío político y social.
Ya
hemos señalado que las asociaciones civiles, frentes cívicos y demás cofradías
de este temple no son sino los brazos no oficiales de los partidos políticos. A
través de estos gremios se hacen amarres, componendas y maridajes aberrantes
entre los grupos políticos; a veces estos acuerdos no van más allá de puestos
en la administración y pequeñas transas, como las de permitir que el funcionario
contrate a su propio hermano o tenga a su disposición una minisecretaría de
gobierno para espiar los movimientos de cada una de las dependencias.
Sin
embargo, en ocasiones, la ambición, la soberbia o simplemente el afán por
legitimar un apellido ligado a borracheras, visitas en barandilla y pleitos de
cantina, obligan a este tipo de funcionarios a emprender acciones rimbombantes
para demostrar a su “patrón” que puede responder fielmente al silbido emitido.
Estas
acciones no sólo le malquistan con quienes, en teoría, son parte de su equipo, sino
con la sociedad en general. En su soberbia, producto de su mal ocultada
ignorancia, ha pretendido establecer una “presidencia alterna”, desde la que se
toman decisiones que en muchas ocasiones contravienen a las que, de manera
oficial, ha tomado la alcaldía.
Pero
en fin, y en el entendido de que éste es un tema político, será el partido
gobernante el que tendrá que pagar la factura política durante el próximo
proceso electoral local, toda vez que si bien los amarres con asociaciones civiles
con corte netamente partidista permitieron el acceso al poder del PRD en
Jiquilpan, será justamente eso lo que ocasione el declive del sol azteca. En suma, el PRD de Jiquilpan
ha consentido pacientemente la invasión priista hasta el círculo central en la
toma de decisiones y esto lo afectará.
Una
cosa es innegable: al PRI de Jiquilpan no le hace falta la asociación civil
que, en términos francos, “se negoció” con el PRD, y tarde o temprano para el
PRD, desde la estructura del partido y hasta la administración municipal, será
difícil seguir cumpliendo los caprichos de esta meretriz disfrazada de AC.
Fácil
hubiera sido para este funcionario mantener un bajo perfil, hacer su chamba y
cobrar su sueldo y sobre todo, mantenerse en el justo lugar en que su condición
social y humana le permite y no aspirar a más, porque su capacidad no da para
más; ha demostrado que trepado en un tabique se ha mareado.
Cuenta la leyenda…
Que
previo al arranque del proceso de escrituración de Colinas del Paraíso en
Jiquilpan, un notario público, famoso por ser el poder tras la silla de una de
estas asociaciones civiles, intentó convencer a los colonos de que le
encargasen la escrituración de sus propiedades a razón de tres mil 500 pesos
por casa, sin embargo, un irredento e irrespetuoso colono le tumbó a este
fedatario un negocio de casi un millón de pesos…, ¿era parte de los acuerdos?
-José Luis Ceja Guerra-
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